Arte del Renacimiento
Surgido en Italia en el siglo XV (Quattrocento), se expandió
por el resto de Europa desde finales de ese siglo e
inicios del XVI. Los artistas se inspiraron en el arte
clásico grecorromano, por lo que se habló de «renacimiento» artístico tras el
oscurantismo medieval. Estilo inspirado en la naturaleza, surgieron
nuevos modelos de representación, como el uso de la perspectiva.
Sin renunciar a la temática religiosa, cobró mayor relevancia la representación
del ser humano y su entorno, apareciendo nuevas temáticas como la mitológica o
la histórica, o nuevos géneros como el paisaje, el bodegón e,
incluso, el desnudo. La belleza dejó de ser simbólica, como en la
era medieval, para tener un componente más racional y mesurado, basado en la armonía y
la proporción.
La arquitectura recuperó los modelos
clásicos, reelaborados con un concepto más naturalista y con bases
científicas: se recuperó el uso del arco de medio punto, la bóveda de
cañón, la cúpula de media naranja y los órdenes clásicos (dórico, jónico, corintio y compuesto).
La estructura del edificio se basó en proporciones matemáticas, que
buscaban la perfección de las formas, a la vez que se potenció la luminosidad y
la diafanidad de los espacios. En el Quattrocento destacó la arquitectura
desarrollada en Florencia: Filippo Brunelleschi (cúpula de Santa
María del Fiore, Basílica de San Lorenzo), Leon Battista Alberti (San
Andrés de Mantua); mientras que en el Cinquecento el centro artístico
pasó a ser Roma: Bramante (San Pietro in Montorio, Basílica
de San Pedro del Vaticano), Antonio da Sangallo (Palacio Farnesio).
En esta época cobró un progresivo auge la jardinería, que empezó a ser
concebida mediante un diseño estructurado; surgió así el llamado «jardín
italiano», de composición geométrica, construido sobre terrazas con escalinatas
(Jardín del Belvedere, Bramante; Villa Madama, Rafael). Fuera de
Italia, el Renacimiento se desarrolló sobre todo en Francia, con la obra
de Philibert Delorme; en Alemania no llegó hasta mediados del
siglo XVI, con el castillo de Heidelberg y, sobre todo a finales
de siglo, en Baviera; en los Países Bajos la influencia italiana
se denotó especialmente en la decoración, sobre estructuras todavía de signo
gótico; en Inglaterra se produjo el estilo Tudor, desarrollado
sobre todo en la construcción de palacios civiles, caracterizado por la
utilización del arco Tudor; en Rusia, el Renacimiento italiano
—introducido por Aristotile Fioravanti— fue adaptado al estilo bizantino
típicamente ruso, como en el magnífico conjunto del Kremlin. En España se
desarrollaron varios estilos: el plateresco, caracterizado por el uso de
paramentos almohadillados, columnas abalaustradas y profusa
decoración de grutescos (Alonso Covarrubias, Diego de Siloé); y
el purismo, más preocupado por la estructura racional del edificio,
abandonando la decoración exuberante del plateresco (Rodrigo Gil de Hontañón, Andrés
de Vandelvira).
La escultura buscó igualmente la
idealizada perfección del clasicismo, aunque perduraron hasta el siglo XVI
la elegancia curvilínea y la esbeltez de proporciones del gótico internacional.
Se utilizaban materiales nobles, como el mármol y el bronce, con
un especial gusto por la forma monumental. Junto a la temática religiosa se
desarrolló el retrato, en busto o en figuras ecuestres, al estilo de
la antigua Roma. Destacaron especialmente: Lorenzo Ghiberti, Jacopo
della Quercia, Luca della Robbia, Andrea Verrocchio y,
especialmente, Donatello (David, 1409; Judit y
Holofernes, 1455-1460); y, fuera de Italia, Michel Colombe en
Francia, Peter Vischer en Alemania, y Felipe Bigarny, Bartolomé
Ordóñez y Damián Forment en España.
La pintura sufrió
una notable evolución desde las formas medievales, con formas naturalistas y
temáticas profanas o mitológicas junto a las religiosas. Los estudios de
perspectiva permitieron hacer obras de gran efecto realista, basadas en
proporciones matemáticas, con especial utilización de la «sección áurea» tras
el estudio publicado por Luca Pacioli (De Divina Proportione,
1509). Se utilizó el fresco y el temple, mientras que se
introdujo el óleo a mediados del siglo XV por influencia
flamenca. Uno de sus principales exponentes fue Leonardo Da Vinci, genio
polifacético que introdujo el sfumato o «perspectiva aérea»,
con obras como La Virgen de las Rocas (1483), La
Última Cena (1495-1497), La Gioconda (1503), etc.
Otro nombre de relevancia fue Rafael, maestro del clasicismo sereno y equilibrado,
con una perfecta ejecución pictórica, como se demuestra en sus frescos de
las Estancias del Vaticano. Otros artistas destacados fueron: Masaccio, Fra
Angelico, Paolo Ucello, Andrea del Castagno, Perugino, Piero
della Francesca, Benozzo Gozzoli, Domenico Ghirlandaio, Botticelli, Andrea
del Verrocchio, Luca Signorelli, Andrea Mantegna, Giovanni Bellini, Antonello
da Messina, etc. En el resto de Europa: Matthias Grünewald, Alberto
Durero, Hans Holbein el Joven y Lucas Cranach el Viejo en
Alemania; Quentin Metsys y Pieter Brueghel en Holanda;
y Pedro Berruguete, Alejo Fernández, Vicente Masip, Juan de
Juanes, Pedro Machuca y Luis de Morales en España.
Las artes
industriales tuvieron un gran auge debido al gusto por el lujo de las
nuevas clases adineradas: se desarrolló la ebanistería, sobre todo en
Italia y Alemania, destacando la técnica de la intarsia, embutidos de madera de
varios tonos para producir efectos lineales o de ciertas imágenes. La tapicería destacó
en Flandes, con obras basadas en bocetos desarrollados por pintores como Bernard
van Orley. La cerámica se elaboró en Italia con barnices vidriados,
consiguiendo tonos brillantes de gran efecto. El vidrio se desarrolló
notablemente en Venecia (Murano), decorado a veces con hilos de oro o
con filamentos de vidrios de colores. La orfebrería fue cultivada por
escultores como Lorenzo Ghiberti, con piezas de gran virtuosismo y elevada
calidad, destacando especialmente los esmaltes y camafeos. Con
la invención de la imprenta se desarrollaron las artes gráficas,
apareciendo o perfeccionándose la mayoría de las técnicas de grabado: calcografía (aguafuerte, aguatinta, grabado
al buril, grabado a media tinta o grabado a punta seca), linograbado, xilografía,
etc.